Una investigación realizada por Greenpeace establece:
“Los residuos electrónicos son actualmente el componente que crecen a mayor velocidad en el campo de los residuos sólidos, porque la gente cambia con mucha más frecuencia que antes de teléfono celular, computadora, televisor, equipo de audio e impresora”.
Esta misma investigación nos dice que en el país de mayor desarrollo, el tiempo promedio de vida de una computadora pasó de seis años (en el año 1997) a solo dos en el año 2005. La tecnología va cambiando y se ha vuelto cada vez más accesible, por lo cual los plazos de reposición de los equipos son cada vez más cortos.
Una muestra preocupante de lo que pasa con la basura electrónica es lo que sucede en la ciudad de Giuyu (China). Esta ciudad es considerada la principal ciudad tóxica del mundo, donde las infraviviendas y las pilas de tecnodesperdicios se juntan hasta llegar a formar un todo inseparable. En esta población se han multiplicado en forma más que considerable las afecciones cutáneas mareos, úlceras o gastritis además de elevados niveles de plomo en la sangre, de los que no se libran ni los niños.
Debemos tener presente que Giuyu es el caso más conocido, pero no es el único no hace mucho tiempo, un periódico chino que ese país es el mayor vertedero de basura electrónica del mundo y dio como fuente un trabajo realizado por la Comisión Académica del Centro de Estudios de la Política Medioambiental e Económica, según el cual podía ser el receptor de hasta 70 por ciento de la tecnobasura que se produce en el planeta.
En el año 2005 la Comisión Europea promulgo la directiva WEEE (Waste Electrical and Electronic Equipment) para establecer la forma en que estos aparatos deban ser utilizados, restringiendo la reutilización de sustancias que resulten peligrosas en su fabricación y fomentando el reciclado del mayor porcentaje posible de sus piezas. Desde julio del año 2006, materiales como el cadmio, el plomo y el mercurio se encuentran prohibidos.
Lamentablemente, en muchísimos casos las leyes son eludidas, y el Convenio de Basilea no puede impedir la exportación ilegal de tecnobasura. En la planta de Osaka limitan su actividad a los productos cuyo reciclado se encuentra limitados por la ley medioambiental de Japón. Éste, como muchos otros es un buen ejemplo ha seguir.
También existen otros desperdicios que no se reutilizan porque, sencillamente nunca llegan al proceso de reciclado. Es el caso de los disquetes o de las cintas de video, están yendo a la basura sin que nadie tome ninguna medida. Las cintas de video son un combustible sólido que en podría quemar y aprovechar.
Un cambio en el comportamiento general podría ser un remedio más eficaz que pensar en el reciclaje.
Presentamos unas formas de reciclar e- basura:
¡A partir de microchips se pueden hacer aretes! |
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